
Polvo de letras
No terminaba de resolver una frase célebre en lo que entró Susana. De sus tobillos se elevaba una pierna torneada en caramelo y arena. Su vientre cubierto de una pelucita de melocotón y e cuello delgado, desnudo al aliento, le recordaba a Boris unos mordiscos y unos quejidos de no sé dónde. Las horas cubrían a Susana de un halo irresistible, su cuerpo todo era una invitación al suicidio. Aspiró profundo, clavó sus dedos y hondas pulsaciones la hacían corcovear. Boris sintió como ella agarraba su daga, la manipulaba con experiencia y habilidad ajustando la goma de ese cohete a punto de estallar. Segura y entregada, ella palpó el abdomen definido y agitado de quien tenía entre sus piernas. Cuando las agujas ya habían retomado su nivel, Boris trató de recordar lo que estaba pensando al comienzo de la noche. Sólo llegaron unos retazos de frases y oraciones porque los mejores diálogos nunca los decimos y es mejor dejarse pasar de las palabras a los hechos.
Elí Bravo…si, Elí Bravo
Espero que lo disfruten tanto como yo…
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