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En el bosque  En el bosque me topé con tu mirada sumisa y tenue como la luz de la luna  brillante y taciturna, casi como un suspiro  intenté aferrarme a ella, pero se escapó  entre mis dedos  entre la inmensidad de la noche  y huiste... huyeron los ojos como si los persiguieran  yo no pensé siquiera en seguirlos  por el pavor de tu rechazo.  En el bosque intento fugazmente encontrarte,  en los recovecos de mis ojos cerrados,  en el universo alternativo que limita en la unión de mis párpados  un túnel eterno por donde entra el oxigeno que me alimenta  mientras sigo en la búsqueda incesante de ti  pero no te encuentro  En el bosque te veo pero... ya no.  
I Se sentó a su lado simulando que no le veía, que no había anticipado su aroma venenoso, sus rizos maltrechos y sus pecas adormecidas, como si su encuentro obedeció a un malabar del destino y no a un cálculo premeditado de días y caspa. Su mente se nubló, la ansiedad corría por sus venas como un río helado que baja de la montaña, y como llegando al encuentro con el mar, surgieron sonidos de su boca, que no atinó a acomodar siquiera para construir una idea que justificara tanto hielo en el cuerpo.  Supongo que pediste un cafe Ella volteó, su cuerpo intuía el de él como la presa a la fiera, un instinto animal que le alertaba del peligro, pero del cual decidió por mucho tiempo no escaparse, había vuelto un arte el morir entre sus brazos. Las palabras que soltó la fiera herida no fueron más que una oda al pasado, con un dejo de intimidad, de pintarse sangre en la boca para aparentar el salvajismo de días vividos y mitigar así el hambre, pero la presa ya no era tal, la fracasa