La muda y el ciego
Ella tenía el hábito de taparle los ojos. Él, el de tomar sus manos, cuando ella le tapaba los ojos, y llevarlas a su nariz, olerlas y envenenarse un poco más el alma, luego las besaba, quizás para asegurarse que no eran otra quimera mental.
Ella lo encerró en un verbo, que fue incapaz de nombrar, pero que llevaba tatuado en los labios, y que tocaba suavemente con la punta de la lengua para mantener húmedo.
Amor de mudos, amor de ciegos, amor de gente feliz…Él nunca escuchó el verbo en el que ella lo encerró, nunca lo necesitó tampoco. Vendió su alma a cambio de su mirada, sabiendo que jamás estaría seguro de que lo veía, y solo así, se confinó por siempre a sus manos suaves y dulces como cerezas. No le pidió más y la amó.
Una tarde él le susurro al oído una frase robada que hizo que el verbo en su boca explotara en silencio, una vez más y la llenara de impotencia… él besó de nuevo sus manos de cereza, y solo dijo: nuestro amor está en el aire…te veo...te escucho…
Comentarios
Saludos afectuosos
Nelson
Guaro: jeje si yo tambien me acuerdo de mi cuando veo un palito de canela por ahi, "cinnamon rolls", cafecito con cacao y canela o una chica con bastante canela!! un besote!
Nelson: que bello siempre me motivas con tus palabras un besote!!