Yo ya no se que sera de este pais.
Parece que seguimos repitiendo la historia, sólo cambian los idiotas que participan. Las fechas y las horas, a veces coinciden. Sigo creyendo que en algun momento surgira esa estirpe salvadora que se dara cuenta de que no necesitamos ninguna estirpe salvadora, que se dedicara a lo que tiene que hacer, sin shows, sin hambre de fama, sin esas imbeciles ganas de poder, poder y mas poder. De que sirve? Poder para seguir en la mierda. Poder para seguir viviendo en un festin de miseria, degradacion e injusticia. Poder para vivir tranquilo en tu capsula de aire acondicionado, tapandote los ojos para no ver, porque si miras fijamente se te caen los ojos. Y prefieres poder para creerte que haces algo, cuando en realidad no haces nada. Ni preocuparte.
En este pais hay dos mundos. En este pais hay dos realidades paralelas. Hay dos mundos que a vecea parecen chocar, pero no siquiera se rozan. Esas señoras de su casa, amas de esposo que tienen sus crios bañaditos y bien vestidos, que se creen las mamas de todos los niños del mundo, esas que ven globovision como una ventana a esa miseria, pero que lejos de acercarnos nos hace espectadores de un circo nefasto. Todos somos ellas. Todos somos asi.
Y si creo en la gente decente, porque he conocido bastante. Si creo en la hemte que se suda las gonadas. Pero no somos todos. Y deberiamos ser mas, muchos mas.
El poder es nada. El poder es una mentira. Porque cuando lo tienes y no haces lo que tienes que hacer, no eres mas que titere de la triste historia que seguimos repitiendo.
Cua-cua.
La Leyenda del colibrí de Gastón Figueira (Uruguayo) Flor – una hermosa india de grandes ojos negros – amaba a un joven indio llamado Agil. Éste pertenecía a una tribu enemiga y, por tanto, sólo podían verse a escondidas. Al atardecer, cuando el sol en el horizonte arde como una inmensa ascua, los dos novios se reunían en un pequeño bosque, junto a un arroyo juguetón, que ponía un reflejo plateado en la penumbra verde. Los dos jóvenes podían verse sólo unos minutos, pues de lo contrario despertarían las sospechas de la tribu de Flor. Una amiga de ésta – una amiga fea, odiosa – descubrió un día el secreto de la joven y se apresuró a comunicárselo al jefe de la tribu. Y Flor no pudo ver más a Agil. La Luna, que conocía la pena del indio enamorado, le dijo una noche: - Ayer vi a Flor que lloraba amargamente, pues la quieren hacer casar con un indio de su tribu. Desesperada pedía a Tupá que le quitara la vida, que hiciera cualquier cosa con tal de librarla de aquella boda terrible. Tupá oy...
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