El Ángel Maltido y Rodrigo el suicida.

Camila descendía por las escaleras tan ligera y conciente de si misma que ni un empujón certero hubiese logrado que se tropezara, al menos eso parecía. Rodrigo la veía descender como un ángel maldito que ofende a Dios y aun así no pierde su beldad. Sus rizos dorados y sus ojos de mar le hacían perfecta para la ocasión. Rodrigo, un pusilánime declarado y confeso con el miembro raptado era una presa demasiado fácil para el ángel maldito. Camila no parecía de este mundo, ni del otro, parecía no parecer, indescriptible y a la vez totalmente memorable.

Ella pasó por su lado, suspiro fuerte, casi como un ronquido, y le dijo al oído:

- en tres semanas te mueres.

Rodrigo, sin percatarse de la advertencia, asombrado todavía de que le dirigiese la palabra respondió como por costumbre:

- qué?

- que en tres semanas te mueres

Rodrigo reacciono:

- como que en tres semanas me muero?

- Si, te vas a morir, pero no te va a doler... es más, creo que te va a gustar.

- Hay muchas cosas que me gustarían.

Rodrigo se alejo de Camila. Mientras iba perdiendo su aroma no contuvo las ganas de volverse loco y entregarse a la maldición de querer sin que te quieran de vuelta. Regresó a donde pensó que seguiría Camila, dispuesto a robarle un beso, y si ella se dejaba, la noche completa, pero ya no estaba.

Camila pidió perdón, como lo pide quien sabe que lo aman, y se rindió de nuevo a los mandatos de Dios.

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