Somos almas encerradas en cuerpos. Al morir nuestras almas siguen su camino tomando otro cuerpo, olvidando las historias, los dolores, las alegrías de ese viejo disfraz que ahora es otro. Olvidamos lo que aprendimos y nos preparamos para volver aprender. ¿Quien sabe? Quizás muy dentro de nosotros llevamos un conocimiento milenario, quizás solo dentro de nosotros están las respuestas que buscamos, esas que a veces buscamos erróneamente en los cuerpos de otras almas. Algunos cuerpos vienen a aprender lo que no pudo aprender su alma en otro cuerpo. Y así lamentamos el dolor que nos agobia, en esta vida nadie se merece cosas malas, simplemente son lecciones que nos empeñamos en no aprender y entonces es cuando seguimos “padeciendo” una misma lección, cuando tomamos lo mejor de los errores es cuando podemos superarlos.
Ella se sentó a su lado, procurando no perturbar su silencio. Te he extrañado tanto. Parecen mil años sin verte. Sin vernos. Y mi vida se volvió singular. Perdí la pluralidad de tu compañía. La soledad acompañada, recuerdas? Habra alguien que nos reconozca? Así, escondidas de nosotras? Espero que no. Seria patético y catastrófico reconocerme sin ti. No quiero pensar en esa parte de mi que esta sin ti. Me permití tantas cosas que la gente común no se permite y no entiende. Que confunde con otra cosa que no es. Ahora temo que te hayas convertido en gente. Lamento mucho habernos perdido. Se me ocurre una frase que escribí para alguien mas, o que alguien escribió para alguien mas: aherrojarnos al silencio. Silencio. Es eso. Silencio. Me encuentro a veces dirijiendome hacia ti, porque me duele no habernos despedido. Peor, lamento habernos despedido de forma tan atroz. No era asi como debian suceder las cosas. No era asi como debiamos recordarnos. Hasta que se nos olvide lo atroz. ...
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