Pluf Pluf

Una Lucia, que nadie conoce, que a veces pareciera que nadie ha visto – y en mis historia parece que siempre hay una Lucía – Ella que parecía muchas cosas, y sin querer, sin pretender, no se parecía a nadie. Sin ser especial, sin ser extraordinaria, sin creerse de otro planeta, profesaba destinos que se le pasaban por los ojos. Cruzaba puentes imaginarios, y construía caminos que no debían ser transitados. La Lucia, la marioneta del viento, el papagayo del cielo. No puede ser ella sin ser de los demás. No puede sucumbir al vértigo o a la desidia, porque no le corresponde. No sufre por los demás, sólo llora, llora y grita, cuando la luz no la toca. Cuando las luces se hacen oscuras y se ausentan. La Lucia, mi Lucia, tu Lucia. Yo Lucia, él Lucia, ella Lucia, nosotros… todos Lucia.

Se convirtió… nos convertimos en verbos inseparables de la… vida ¿?

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