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Mostrando las entradas de abril, 2008
r-e-t-a-z-o-s Si, esos virus hoy en día Con revisar el correo puedes agarrar un sida cibernetico Ah que exagerada es que tu no sabes de los troyanos? Si alguien se merece dormir bien, eres tú. Y eso, querida mía, es lo más dulce que te puedo decir. No hay nada debajo de la superficie, porque la superficie es todo, no escudriñes por mi alma, porque está en el aire, y sólo tu puedes inhalarla… consumirla, percibirla… un perfume imperceptible, así de inútil soy, sólo un manjar de buenos deseos… para ti. Una carta de amor no es nada… sin ti. Un poema, no es nada… sin ti. Musa, poema, oda y canción, baile, perfume, vestido… y amor? Se que rima, pero no me siento digno. Un beso. Algún poeta famoso, seguramente Withman, dijo algo más o menos así: “como pudieron amarte como si fueses común y corriente”, pues si withman tiene razón yo no merezco ser amado. Si todos somos especiales, entonces nadie es corriente y ordinario, y si las cosas son así, no hay tal cosa como ser extraordinario, yo no
Supongo que no nací para escribir los versos memorables. Sencillamente no nací para eso. La calle los abandonó. Los arrojó. Como escupir saliva por el balcón. ¿o fue ella quien los recibió? Ninguno de los tres supo. Ni él. Ni él. Ni ella. Negra olor asfalto. Azul en la cabeza. Multicolor en el medio. Y nadie podía describirla exactamente. La calle los recibió. A él, y a él. Ella lo recibió. No pretendamos estar callados, esperando que una canción sea nuestra voz. Que un libro nos entienda, que un poema le enamore. No, ¿para qué quedarse sentado esperando que nos liberen?, ¿a qué estamos atados? ¿Cuál es la cuerda?... palabras… sólo palabras… frases inconclusas… ideas en el aire… el teclado, los dedos, el silencio… la soledad. Punto . Recomendación para hoy: debe haber algo más interesante que este blog. Besos.
Pluf Pluf Una Lucia, que nadie conoce, que a veces pareciera que nadie ha visto – y en mis historia parece que siempre hay una Lucía – Ella que parecía muchas cosas, y sin querer, sin pretender, no se parecía a nadie. Sin ser especial, sin ser extraordinaria, sin creerse de otro planeta, profesaba destinos que se le pasaban por los ojos. Cruzaba puentes imaginarios, y construía caminos que no debían ser transitados. La Lucia, la marioneta del viento, el papagayo del cielo. No puede ser ella sin ser de los demás. No puede sucumbir al vértigo o a la desidia, porque no le corresponde. No sufre por los demás, sólo llora, llora y grita, cuando la luz no la toca. Cuando las luces se hacen oscuras y se ausentan. La Lucia, mi Lucia, tu Lucia. Yo Lucia, él Lucia, ella Lucia, nosotros… todos Lucia. Se convirtió… nos convertimos en verbos inseparables de la… vida ¿?
Mitad y mitad Nunca guarda relación Las dos mitades de una historia de amor. Una fue arrojada por la ventana, como si fuera indecente. La otra bajo integra encerrada en una maleta de cuero gris que combinaba armoniosamente con los zapatos de quien la llevaba, se subieron al automóvil, la dignidad intacta, nadie jamás se enteró de que rompieron los votos, de que gritaron, de que engañaron, de que mintieron e hirieron… hicieron sangrar un corazón, un higado y hasta un cerebro. La mitad que yacía sobre la grama, en la noche, mojándose con la regadora y con los comentarios malsanos de los espectadores, no fueron recogidos por la dueña, no, aun más desgarrador. Mientras las recogía quien no debía hacerlo, pero quien en fin de cuentas terminaba cosiendo los pedacitos que quedaban siempre regados, pensaba en lo irónica que era la vida, al recoger la tapa del libro que al salir volando por la ventana no puedo evitar separarse del resto del libro… el titulo, hace toda la noche graciosa: “Los ho