Pura

En una tarde soleada, después de tantas tardes, noches y tormentas juntos, ella, con aire calmado, mirando el cielo tomo su mano arrugada con su mano arrugada, y le dijo:

¿Por qué me has sido... por qué me eres infiel?

A él no le sorprendió la pregunta, no le sorprendió que ella supiera, estaba conciente de la mujer inteligente que tenía y había tenido por tantos años a su lado. Mirando al cielo, con los lentes de sol cubriéndole los ojos, y sin evitar la verdad, la soltó sin siquiera pensarla, cruda, real, pura y brillante, le respondió a ella y se respondió a él mismo...

Porque te amo mejor cuando me siento culpable.

No se inmutaron, el sol no dejó de tostarles la piel, no se acercó ninguna tormenta.

Comentarios

Anónimo dijo…
gracias por seguir compartiendo tanta imaginación!

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