y yo?
no te olvides del ron

Croquis de una borrachera


Dos mujeres, dos hombres. Las féminas amigas, uña y mugre – dicen ellas, mientras una señala a la otra calificándola de mugre – los hombres, amigos y ya (punto).

El sujeto masculino número uno, sentado entre las dos féminas. A una le soba la espalda, mientras le susurra indecencias a la otra en el oído. La una le toma la mano, sin percatarse de que el número uno le susurra cochinadas a la otra. La otra está pendiente del sujeto masculino número dos, pendiente como vagabundo de plaza bolívar de una botella de coco anís.

El sujeto masculino número dos invita a la otra a cambiar la música que revienta las cornetas infames del reproductor del carro, la otra, como era de esperarse, sucumbe, como quien no quiere la cosa, a tal invitación. La una tiene al sujeto número uno para si sola – eso cree- mientras el sujeto número uno abandona la mano calida y traidora de la otra, esperando que vuelva, para su ménage à trois de manoseo por más tiempo.

La otra y el sujeto masculino número dos se abandonan a un error de alcohol, mientras la novia – la pobre novia – del susodicho gasta su saldo mandándole mensajes crédulos y pidiéndole que se vaya a dormir, que deje para mañana tanto destrozo de hígado y de moral. El error es consumido, sólo será error a la mañana siguiente. Nadie, ninguno de los presentes, se acerca al carro, están matando (soledad o queso, es lo mismo).

La otra vuelve a su asiento al lado de la una y del sujeto masculino número uno, continua el manoseo. La una, se molesta, pero sólo yo lo noto. Soltó la mano del masculino a su lado, pero nunca se alejo, ella cree que él se dará cuenta de su molestia, eso nunca ocurre. El sujeto número uno me pica el ojo, no le basta con la una y con la otra, y es tan inocente que cree que yo, la espectadora, iré a su lado a dejarme sobar.

El sujeto número dos se aleja, va al encuentro de su amor telefónico. Porque después del error viene el arrepentimiento y la culpa. Él cree que llamando a su novia – la pobre - después del encuentro carnal en el carro podrá borrarlo. Pero eso nunca sucede, sólo después de llevarla al cine, de comer, y de calarse tres horas escuchando al borracho de su suegro se cree libre de toda culpa.

Cabe acotar que la una y la otra son bastante inteligentes, a pesar de que lo quieran ocultar bajo una falda casi inexistente y de un escote vulgar, ni ellas se quieren dar cuenta. Ser inteligente con los hombres, para ellas, es doloroso. Tendrían que decirle que no a muchos, antes de conseguirse con alguno que medianamente valga la pena, para luego pasar una vida entera tratando de taparle los errores con encajes y niños mimados.

El sujeto masculino número uno, y el número dos, creen que el amor del que quieren, sólo puede ser casto y puro, y que nunca, nunca, les aceptaría la grotesca invitación de cambiar música en el carro, ni mucho menos la de un manoseo compartido.

Yo, la espectadora sólo tengo algo más que contar, mientras la otra tiene un error que olvidar, la una un sujeto que perdonar, y los sujetos una culpa que aguantar.

y así señores, se acaba una pea más.

Comentarios

Saludos bella Canelita. Vas a tener que escoger mejor a tus amistades que te llevan a ver esos espectáculos...

Jajaja...
Anónimo dijo…
Hehehehe..... ayer vi algo relativamente similar!!! despues te cuento!!!! jajaja
Daniel dijo…
No se nota pero el ron se agota...

Y como una vez te dije (creo):
"Los hombres (promedios) le tienen miedo a las mujeres inteligentes"

jeje...=P
Basho dijo…
(suspiro)

Que tristes son las borracheras ¿verdad?

Me pregunto si ellos consiguieron el olvido que buscaban.

Un abrazo

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