A oscuras todo se ve mejor.
Carmen le dijo a su hija que lo mejor era salir de eso de una buena vez, el embarazo era inevitable, pero quizá Patricia podía escaparse del dolor, del guayabo y de tanto llanto injustificado. Encerrarla en una habitación con el gringo y que tirasen hasta que el bebe estuviese procreado, era para Carmen la solución más sana, y lo más práctico si vamos al caso. Patricia seguía hablando incesantemente, pero Carmen no podía escucharla.
Carmen se dirigió a la mesa del gringo y le dijo:
No puedo pedirte que te vayas, porque el destino está empeñado en joder a mi hija, y yo no soy más fuerte que el destino, pero quiero a mi hija así que haremos lo más sano para ti y para ella. Vamos apurar al destino. Ven conmigo.
El gringo estaba enredado, no entendía nada, y mientras trataba de entender la señora le tomo por la mano y lo llevó al almacén del fondo. Lo dejó ahí y luego llegó con una mujer.
La madre le dijo a su hija:
Yo sé que tu crees que estoy loca, y si, quizá si, pero en este mundo no hay nadie que te quiera más que yo que te parí, así que por favor, yo no te pido muchas cosas, y nunca te he obligado a nada, ¿podrías hacer esto por mi? Confía, es lo mejor.
La hija, ahora más intrigada que confiada se dejó guiar hasta la habitación donde estaba el gringo.
Encerrados y viéndose por primera vez en un cuarto oscuro, no entendían nada. Ella se sentó en una esquina, olía a clavo y vainilla.
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jeje