Me quedé boqueando como un pez. De cómo las gemelas malignas llevaron a Fernando Solís al abismo.

El pobre Fernando vio al fondo, ya sin ningún remordimiento, se lanzó al vació.

Fernando cometió el pecado de enamorarse de dos mujeres, que por mala suerte resultaron ser igual de diabólicas, perversas, y hermosas, no podía ser casualidad, eran hermanas, gemelas para su maldición.

Las gemelas malignas, como las llamaba la hermana de Fernando, eran una dosis de dolor y placer, un veneno adictivo, una droga dulce… que mayor tentación?.

Fernando las conoció por separado (cree él). A Maria Carolina la vio sentada alguna vez en un café, Fernando, como el Don Juan que creía ser, se acercó para charlar, como dice José José, quiso ser gavilán y fue paloma. A Maria Carola la conoció en un rave, creyendo que era Maria Carolina, cayó esa noche presa del otro gavilán.

Las dos tenían la piel blanca, con un tono perlado que las hacia irresistible al tacto. Ojos oscuros y penetrantes, que podían maldecirte y decir “te amo” cada uno por separado. La risa contagiosa, que elevaba el animo de Fernando en un instante, era de Maria Carola, pero la voz dominante que lo hacia su esclavo servil, era de Maria Carolina. La naturaleza dual de Fernando se moldeaba perfectamente con las gemelas, con una era la presa, con la otra, el cazador. A veces amaba a una y odiaba a la otra, o las amaba a ambas, o las odiaba, siempre con la misma intensidad.

Las gemelas habían llevado a Fernando a la línea delgada entre el amor y el odio, mientras él se aprendía de memoria sus olores, sus sabores, sus pieles, podía hacer un mapa casi perfecto de las dos.

Maria Carola y Maria Carolina sabían de la adicción a ambas de Fernando, no les importaba compartirlo, les divertía. Todo cambió cuando una de ellas (mejor no decir cual) empezó a decirle con los dos ojos a Fernando que lo amaba, la otra (mejor no decir cual) se molestó tanto que empezó a maldecirlo con los dos ojos también. No podían amarse menos entre ellas, debían acabar con Fernando.

Lo citaron una noche en un cuarto de hotel, pero solo una firmo la nota, cuando Fernando llegó su alma se le salio del cuerpo al ver a las gemelas juntas. Cuando intento hablar, Maria Carolina puso su dedo en sus labios y le hizo callar.

Al fondo empezó a sonar “Tu cicatriz en mi” de Cerati, mientras Maria Carola empezó a quitarse la ropa, le dijo a Fernando: “te suplico estréllame en vos”. Maria Carolina la siguió mientras le susurraba al oído: “cocíname lento, como icaro en el sol”. Fernando se dejó amarrar a la cama, tan sumiso, como si estuviese hipnotizado. Las gemelas bailaron para él, tan diabólicas como eran, Fernando llegaba al éxtasis sin tocarse. Una de ellas tomó su sexo y lo piloteo por los aires del orgasmo, mientras la otra se tocaba, y volaba sola con la mirada clavada en Fernando, como invitándolo a una muerte dulce.

Después de dos horas de tortura angelical, Maria Carolina soltaba su mano derecha, mientras Maria Carola soltaba la izquierda, luego se colocaron una en cada esquina, Fernando no sabia que hacer, mientras una se saciaba con los dedos, la otra jugueteaba con su lengua y sus senos, nunca dejaron de mirarlo a los ojos…

Era una noche oscura y fría, esa en que Fernando Solís saltó del cuarto piso del Hotel “La Frontera”.


Dedicado a Maria Carolina… ¿Por qué? Porque es genial.

Comentarios

ela dijo…
Hey! gracias ;)
Anónimo dijo…
Demasiado bella Gracias! atte. Maria Carolina

P.D: Tu tambien eres genial! :$ (k)
Muy bueno, de verdad amarras desde la primera linea.
te felicito.
Karl Andrews dijo…
Genial! no lo culpo...Quedarse con solo una hubiera sido imposible y sin ninguna jamas!!!

Sabia salida la de Fernando!

Me encanto este relato!!!
Besos
Karl

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